Nada mejor que un buen plato de macarrones con tomate para amansar el estomago después de una noche de excesos gastronómicos. Esto al menos es lo que pensó un buen grupo de italianos de Milán, que ayer se llevaron la pasta a Las Canteras para disfrutar del día. Italianos, escandinavos, alemanes, algún que otro ruso, y muchos residentes tomaron ayer la playa en lo que se ha convertido en una especie de ritual para celebrar la Navidad, con baño incluido. El tiempo se portó. La gran afluencia de extranjeros y, en menor medida, de peninsulares coloca el cartel de lleno en los hoteles de la zona.
Una temperatura de 25 grados, un sol que calentaba, pero no demasiado, lo justo para animarte a zambullirte en las heladas aguas del Atlántico y ni pizca de viento. El tiempo colaboró y se puso de parte de los cientos de bañistas y playeros que ayer volvieron, en lo que ya es una especie de ritual, a quedar en Las Canteras para celebrar la Navidad. Los extranjeros se mezclaban con los del país y llenaban la playa, los hoteles y también las terrazas, desde La Puntilla hasta la Cícer.
Los únicos que no estaban muy conformes eran los surferos, que esperaban a primeras horas de la tarde a que cambiara la dirección del viento, que soplaba del noroeste, y trajera las olas buenas. O al menos, las más fáciles. Las que vienen todas seguiditas, en serie, y te ayudan a cabalgarlas sin demasiado esfuerzo, por aquello de que el cuerpo no está para muchos trotes después de una noche de mucha comida y bastante alcohol. Eso al menos, es lo que esperaban Samuel y Orlando, que remoloneaban en el paseo esperando a que las olas se colocasen. "Seguramente", apuntaron, "la mayoría de los surferos se han ido hoy al Sureste, que es donde están los vientos buenos y donde la fuerza de las olas te ayuda a sobrellevar los efectos de la resaca y el abolle de la cena y te permiten mantenerte sin hacer mucho esfuerzo". En mitad de la playa, un grupo de italianos de Milán continuaba la fiesta con un gran caldero de macarrones y vino para regar el condumio. Stefan, Darío, Angela, Federico y Francisco se mostraban ayer encantados con la playa y, sobre todo, con las "ragazzas" españolas, aseguraba Stefan, que en un día tan entrañable optaron por los macarrones, como una especie de cordón que les acercaba a su tierra.
El socorrista Stefan explicó que se pasarán dos meses en Las Canteras, porque trabajan en la playa de Milán y durante este tiempo no hay nada que hacer, porque no debe haber mucha gente dispuesta a pelarse allí con el frío que hace en el norte de Italia por esta época". Un poco más allá, Elena disfrutaba del solajero. Llegó ayer de Madrid y desde el primer día se lanzó a la playa con su madre, Carmen, una asturiana jubilada que se pasa medio año en la capital grancanaria. Elena estudia en San Sebastián un máster en Neurociencia y vino a la Isla a coger fuerzas y a matar el frío para proseguir después de Reyes.
Y es que como aseguran Cándida Martel y Pino Díaz, mucha gente no valora el lujo que tenemos en Las Canteras. "Nosotras sí . Y todos los días venimos a disfrutar de la playa. Si llueve nos quedamos en la avenida", dijo Pino. Pero Cándida ni siquiera cuando llueve deja de patear la arena. "El día del temporal estábamos yo y dos gaviotas. ¿Usted sabe que la tormenta que hubo en Tenerife ya no se llama tropical? Se llama dorada. Cuando venga para acá será tropical", bromeaban Cándida y Pino, dos playeras felices al sol.
En La Puntilla, Paca Santana Marrero tomaba el sol, en compañía de su hijo Francis Armas. El de ayer era el primer día desde octubre que se animó a pisar la avenida, después de haber sufrido una operación de rodilla, que la ha dejado peor, y de soportar estoica los crueles ataques de la ciática. "Ahora mismo, que estoy hablando con usted, estoy sintiendo unos pinchazos en la palma de la mano, que no sé ni como los aguanto", se quejaba esta genial cocinera que ayer tenía para almorzar conejo en adobo, con filetes en salsa y arroz libanés, que le sobraron de la Nochebuena. El Belén de Arena fue el reclamo que la convenció para salir de casa con la muleta. "Vine a ver el Belén y le puse mis perritas, porque en la bandeja había mucho cobre", criticó. Unas 3.510 personas pasaron durante la mañana por el Belén, según Oliver Luján uno de los escultores, que esperaba que por la tarde llegaran a 10.500. El goteo de personas no cesaba. Mucho canario, pero también muchos extranjeros, cuya presencia ha llenado los hoteles.
Como el Imperial Playa y el NH Playa de Las Canteras que durante estas navidades, han colocado el cartel de completo. Según Raquel, recepcionista del Imperial, la mayoría son finlandeses y alemanes.
Los dueños de restaurantes y bares también están notando el aumento del negocio, como La Bikina o La Jarra. "La cosa está fenomenal", aseguraron en La Bikina, encantados con la gente joven de los "Erasmus y los surferos extranjeros, que están haciendo que Las Canteras renazca". "Diciembre ha sido bastante flojo, salvo el puente, pero a partir del sábado ha mejorado la cosa", dijo Agustín, de La Jarra.